Vértice en la cárcel?
Por: David Gutierrez
En actividades
abril 10, 2008
La cita estaba programada para el mediodía del sábado pasado. Lugar: el reclusorio.
Desvelado y con hambre, me levanté no se cómo. Logré imprimir algunos documentos de último minuto. No sabía llegar, así que tuve que esperar a mi hermano David quien también debía acudir a la cita con la ley.
Lo seguí.
En el camino me llama Cindy para hacerme saber que se encuentra perdida, extraviada en algún punto entre la libertad y la cárcel.
La orientamos.
Llegamos a un punto intermedio, donde debíamos reunirnos los demás citados.
Uno a uno se fueron presentando.
La expectativa era mucha, no menos el ánimo y la incertidumbre causada por esta singular experiencia.
Y yo con mi hambre.
Por fin llegó Gama. Algunas instrucciones que concluyeron con un «síganme!».
Y ahí vamos.
Llegamos al nuestro destino, el CERESO.
Cada auto es revisado.
Cada persona también.
Las mujeres de un lado, adelantan su camino.
Los hombres aguardamos, recibimos algunas otras instrucciones.
Filtro tras filtro, sin cinturones, ni llaves, ni instrumentos, ni lentes, ni celulares ni nada mas que unas hojas (esos documentos impresos de último momento).
Entramos, era la hora de visitas. Cada quien tenía su nombre pegado y un número que no debíamos olvidar. Yo fui el 106. A mi lado Jairo, era el 105 o el 107, no lo recuerdo (contaba con tan pocas neuronas q no las podía desperdiciar almacenando otro número).
Un auditorio en plena cárcel.
Brothers esperándonos. Nos saludaron tan fervientes como lo haremos en el cielo.
Batería, bajo, percusiones y guitarras gritaban estar listos.
Las hojas se repartieron. Contenían cantos de aliento como «No me soltarás» y de consagración como «Volver a empezar».
Cantos que fueron entonados con toda fuerza posible. Con una autenticidad tal que el mismo cielo los recibió como un regalo más apreciado que cualquier sinfonía.
Los brothers aplaudían, levantaban sus manos y dejaban brotar lágrimas que contagiaban al de a lado, al de en frente y al de la guitarra.
Cada quien hizo su labor: testimonios, llamados, abrazos, sonrisas, palabras, oraciones.
Cantamos, platicamos, oramos.
Hora de salida: 3pm.
Habíamos acudido a la cita y el resultado era ya satisfactorio.
Tiempo de despedirnos.
– «Brother, quiero decirte que el Señor ha recibido tus alabanzas»
– «Pero, como? cómo lo sabes? quien te dijo?» (cara de niño abriendo regalo en navidad)
– «Me lo dijo Él, lo hace con su presencia. No dejes de alabarlo. Dios te bendiga»
El 106 y los demás nos encaminamos a la libertad. No por salir de la cárcel.
Libertad por haber acudido a la cita con Jesús.
Vértice salió de la cárcel.
Del hambre ni me acordaba.
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